El poder económico, después de la desestabilización causada
por la invasión norteamericana (1989), ha logrado encontrar un equilibrio entre
distintas fuerzas políticas. Cada una de los tres partidos políticos
tradicionales representan clanes cuyo objetivo es llegar a la Presidencia para
repartirse las riquezas del pueblo. A pesar de todas las cortapisas
introducidas al Código Electoral todavía subsiste una especie de caos en la
lucha por el poder político. Aunque se conocen quienes son los candidatos
presidenciales, no hay encuestas que digan quienes son los favoritos.
Por lo poco que se sabe, algunas empresas han dado a conocer
en forma privada resultados de sondeos realizados. Si las elecciones fueran a
principios de enero de 2019, el candidato del PRD, Laurentino Cortizo, ganaría
con el 36% de los votos válidos. Lo seguiría Rómulo Roux, del CD, con el 23%.
Tercero quedaría José Blandón, del Partido Panameñista, con 13%. El FAD, el
partido de los sectores populares y su candidato, Saúl Méndez, tendría el 5%.
El resto se lo repartirían los candidatos por la libre postulación. Si Cortizo
no comete errores (según los criterios del poder económico y EEUU) en mayo
puede ganar las elecciones. Si en algún momento se le enreda la pista a
Cortizo, puede repetirse la experiencia de 2009 cuando Martinelli y Varela
fueron conminados por la ‘Embajada’ a unir fuerzas para derrotar a Balbina
Herrera (PRD). En 2019 seria una combinación entre Roux y Blandón.
Hay incluso una tercera opción. Si en el último trecho, los
candidatos ‘tradicionales’ pierden el favor del poder económico y de
Washington, éstos pueden levantar la bandera de la candidata por la libre
postulación, Ana Matilde Gómez. Al final, la campaña puede centrarse en
‘demonizar’ a los partidos tradicionales y a sus candidatos asociados a la
corrupción, despojos, engaños e, incluso, muertes ocurridos en 30 años de
desgobierno. El poder económico tiene los recursos y las redes con la capacidad
para crear lo que parece ser el caos y, al mismo tiempo, puede hacer aparecer
un espejismo con la solución.
A escala mundial, 2019 promete ser un año muy difícil con tensiones
centradas en la reacción de EEUU ante el impulso económico y geopolítico
incontenible de la R. P. de China. Los efectos de esta lucha sobre América
latina son impredecibles. Brasil navegando aparentemente sin timonel y México
con un líder que piensa en su país por primera vez desde hace 80 años. Panamá,
a su vez, enfrenta el nuevo año con elecciones en mayo y una economía que
tiende hacia el estancamiento a corto plazo.
Las elecciones presidenciales panameñas no ofrecen novedad
alguna. El poder económico y la Embajada ha limitado el debate nacional a temas
sin sustancia. En seis lustros (1989-2019) Panamá ha tenido igual número de
presidentes, de tres partidos políticos y un solo programa de gobierno: el
neoliberal. En mayo de 2019, los mismos tres partidos neoliberales se
enfrentarán y, además, habrá un partido representativo de los sectores
populares – el FAD - y tres candidatos por la libre postulación.
Los tres partidos neoliberales – Partido Revolucionario
Democrático (PRD), Cambio Democrático (CD) y Partido Panameñista – se
consideran ‘tradicionales’ ya que no sólo son ‘neoliberales’ también se definen
como ‘Pro mundo beneficio’. No presentan programas de gobierno en la medida en
que sus propuestas son conocidas y prácticamente escritas sobre piedra. En lo
económico promueven la flexibilización (informalidad) de la mano de obra y la
regulación (intervención) gubernamental que beneficie a los sectores que forman
parte del poder económico financiero (transitista, especulador y despojador).
En lo social son partidarios de la reducción de los servicios públicos
(educación, salud, seguridad, vivienda y otros) que le resta ingresos al sector
financiero. En lo cultural, los partidos tradicionales promueven la
globalización y sus valores anti-nacionales.
Aunque no presentan planes de gobierno, los asesores de los
partidos tradicionales consideran muy importante vigilar el comportamiento del
PIB y coordinar planes para administrar el presupuesto nacional. En estrecha
colaboración con el FMI y el Banco Mundial, el partido político que gana las
elecciones se arroga el ‘derecho’ de manejar el presupuesto repartiendo las
riquezas del país de la manera que mejor determine la correlación de fuerzas
(el Estado). Aunque gran parte de la ciudadanía no es informada sobre el
significado de las elecciones, lo intuye y no quiere perderse alguna prebenda
que le toque de la llamada ‘fiesta electoral’.
3 de enero de 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario