El mandatario Juan Carlos Varela se
despide de la Presidencia de República sin cumplir muchas de sus promesas y su
único legado será, quizás, el haber establecido relaciones diplomáticas con la
República Popular de China. Fue muy precavido y sus opositores lo acusaban de
‘lentitud’. A última hora, faltando pocas semanas para terminar su período,
quiso, sin éxito, que se aprobaran un conjunto de medidas políticas en la
Asamblea Nacional de Diputados sin apoyo de las bancadas, ni la de su propio
partido.
La peor
decisión fue esperar hasta que le faltaban pocos días para abandonar el Palacio
de las Garzas y enviar policías militarizadas al distrito de Barú para
desalojar a centenares de familias agrícolas de sus tierras. ¿Qué clase de
asesores tiene el presidente Varela? El desalojo de campesinos de sus tierras
en Panamá era una práctica de la primera mitad del siglo XX. La Guardia
Nacional era usada para reprimir – a veces, cobrando vidas – campesinos que
entorpecían los planes de los gamonales terratenientes.
Pero el
presidente decidió enviar a los soldados armados del Servicio Nacional de
Fronteras (SENAFRONT) a cumplir con funciones que no le corresponden y reprimir
a familias agrícolas. ¿Saldrá de esa oficialidad otro Torrijos que se rebele
cansado de recibir órdenes que no se ajustan a las necesidades? Un presidente
panameño dándole ordenes a los policías-militares para que repriman a
campesinos que resisten a ser expulsados de sus tierras para acomodar una
empresa transnacional norteamericana. En los siglos XIX y XX engañaban a todos
diciendo que entregarle tierras a extranjeros era progreso. Se aprendió que
esas historias eran falsas.
Si el
presidente Varela y su equipo quieren hacer negocios, deben sentarse y dialogar
con los afectados. Si la propuesta de la corporación norteamericana no es
buena, hay que rechazarla sin perjudicar a los campesinos y menos sin lanzar a
sus hermanos e hijos uniformados contra ellos.
Según Bayano, un medio
informativo digital, “a pesar de las continuas denuncias hechas por los
agricultores por todos los medios, las autoridades del distrito de Barú y la
provincia de Chiriquí jamás han
presentado algún documento que diga de dónde viene la orden de desalojo. Sólo
llegan con sus maquinarias a las fincas acompañados de policías y del Senafront
con el propósito de destruir las fincas con fuerza, saña e impunidad”.
Lo que parece más increíble es
que la misma corporación extranjera se sumó a la acción destructiva ordenada
por el gobierno. “Los tractores de BANAPIÑA, filial de la transnacional Del
Monte, con palas mecánicas entraron a la finca de palma de aceite en plena producción
perteneciente a la Cooperativa ‘Rodolfo Aguilar Delgado’. Allí destruyeron los
cultivos y la caseta de reunión de los campesinos de Burica Sur.
Los afectados al pedirles que
mostraran la orden legal para tal acción, la juez de paz, Ulzana Valdez, les
respondió que debían ir después a su oficina a pedirla, mientras tanto
continuaron la destrucción de los cultivos”.
Según Bayano, “luego se
dirigieron a la finca ‘La Ceiba’ en la que arrasaron los cultivos de limón
persa y las palmas de coco en la finca del productor Alexander López. En esta
misma finca también destruyeron los cultivos de plátano y otros rubros del
agricultor Felícito González”.
Los medios de comunicación
tradicionales panameños no han informado sobre la destrucción realizada por el
gobierno y la empresa Banapiña. La arrogancia de Banapilña recuerda la antigua
bananera, de otra época. Aseguran que la destrucción de los cultivos agrícolas
de los campesinos de Barú seguirá hasta que la última planta desaparezca y
todos los campesinos sean apresados y expulsados.
Bayano informó que según “el vocero
de la Asociación de Campesinos Pro-Tierras de Barú, Marvín Wilcox, decenas de
familias campesinas han sido afectadas por la destrucción de la totalidad de
sus fincas.
Según Bayano, “lo que
viven los campesinos de Barú se puede calificar de acciones deshumanizadas que
violan los derechos básicos del ser humano como la alimentación y el derecho
que tiene todo ciudadano a trabajar la tierra de manera digna, pacífica y
continuada”.
En enero de 2019 el presidente
Varela recibió al papa Francisco, quien celebró en Panamá la Jornada Mundial de
la Juventud junto con 300 mil peregrinos. Cierra su mandato reprimiendo a
humildes panameños para favorecer a la corporación Del Monte, una de las
multinacionales más ricas del mundo. Con una mano destruye lo que hace con la
otra.
06 de junio de 2019.
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