Este es el primero de dos artículos sobre Bolivia. En esta
entrega veremos como se produjo el golpe de Estado en ese país. En el segundo,
se analizarán las causas profundas. El golpe de Estado del 10 de noviembre
próximo pasado, que derrocó al presidente Evo Morales en Bolivia representa un
paso atrás significativo para la democracia y el desarrollo de los pueblos
latinoamericanos y del mundo. Los actores políticos responsables de esta
tragedia han actuado siguiendo un guión predeterminado con un fuerte cariz de
odio racista y religioso. A la cabeza del movimiento golpista se colocó EEUU
con el personal de su Embajada en La Paz. Funcionarios de la Embajada
organizaron y movilizaron la derecha política cuyo centro está en Santa Cruz,
con sus pandillas que aterrorizan a la población. Lograron, mediante chantajes
y compras de lealtades, generar motines significativos en varios cuarteles de
la policía. La nota clave fue la movilización de las Fuerzas Armadas bolivianas
que no protegieron el orden constitucional y salieron a reprimir a los pueblos
indígenas bolivianos. La plana mayor del Ejército, con el general Williams
Kaliman a la cabeza, es graduada de la Escuela de las Américas, cuya sede está
en Fort Benning, EEUU.
No sería
de extrañar que la Embajada de EEUU ya está negociando una visita oficial al
Palacio Quemado de corporaciones norteamericanas que recibirán como
compensación por su apoyo al golpe los yacimientos de litio en el sur oeste de
Bolivia. En septiembre una delegación encabezada por la hija del presidente
Trump, Ivanka, visitó las minas de litio en Argentina, en la frontera con Bolivia.
Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegará al altiplano
para hacerle un préstamo de varios miles de millones de dólares (¿10, 20 o 40
mil millones?) a los racistas que se han instalado en los puestos de mando del
gobierno. El préstamo del FMI se repartirá entre los sectores que impulsaron el
golpe, los especuladores de siempre, y la deuda con sus intereses lo comenzará
a pagar el pueblo boliviano. El modus operandi no variará. Todos lo
conocen.
A fines
del siglo XX un sociólogo boliviano que enseñaba en la UNAM, René Zavaleta,
escribió un libro que tituló “El poder dual”. Analizaba los choques violentos
que se producían en países donde las clases dominadas retaban la hegemonía de
las clases dominantes. No existía claridad sobre quien gobernaba, quien definía
las reglas. Las crisis se resuelven en forma violenta y generalmente las
minúsculas clases pudientes salen triunfantes reprimiendo a todos sus
adversarios.
En
apariencia, los trabajadores, los mineros, cocaleros e indígenas bolivianos
llegaron al poder con Evo Morales en 2004. Era el poder popular. El golpe de
Estado descubrió que en realidad el poder era compartido. En Bolivia se estaba
ejerciendo un poder dual. El mismo continuará hasta que se superen las causas
del conflicto: la explotación.
El
gobierno de Evo Morales se vio con las manos atadas sin poder reaccionar ante
la presión de los empresarios, fanáticos de derecha y, sobre todo, del
Ejército. El pueblo no logró montar una contraofensiva. Los mineros - bastión
tradicional de resistencia boliviana - se pronunciaron en forma tardía pero ya
están en pie de guerra.
El
presidente Morales está en México donde el gobierno de ese país le ha ofrecido
protección. Está a la espera de un llamado del pueblo boliviano para regresar
al Palacio Quemado para reasumir el liderazgo.
El
crecimiento económico y desarrollo social durante la gestión gubernamental de
Morales fue espectacular. En 2004, cuando Morales llegó al poder, el producto
interno de Bolivia era de 4,5 mil millones de dólares. En 2019 llegó a
representar 30 mil millones de dólares. La pobreza, el analfabetismo y la
desnutrición fueron erradicados en un plazo de menos de 15 años, tres períodos
presidenciales.
Evo dijo
que su renuncia la entregaba para evitar un baño de sangre. ¿A qué se refería?
¿Los militares pretendían barrer con los militantes del MAS y con los
simpatizantes del presidente aymar? Los fascistas, bajo el estandarte del
cruzado Fernando Camacho, tienen planes para ‘cristianizar’ a Bolivia y acabar
con los pueblos indígenas.
En estos momentos cabe solidarizar
con el pueblo boliviano, sus trabajadores y juventud cuya soberanía ha sido
violada. Hay que respaldar su lucha por recuperar las riendas del país. Estamos
seguros que los mineros, los cocaleros y los indígenas bolivianos regresarán
pronto al Palacio Quemado para instaurar el poder popular.
28 de noviembre de 2019.
Profesor Marco A.Gandasegui, hijo : Como siempre he seguido sus escritos muy didacticos y contundentes con la realidad actual.Apoyar al Gobierno popular y Democratico de Evo Morales Ayma es un deber de todo Revolucionario patriota y latinoamericano.Venceremos.El Imperialismo ya no puede esconder sus garras....
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