Hoy (jueves) se realizará la protesta más grande hasta la fecha contra
la propuesta de reformas constitucionales que presentara el gobierno del
presidente Cortizo a la Asamblea Nacional. Gremios magisteriales, asociaciones
médicas, sindicatos obreros, estudiantes y jóvenes, entre otros, se
concentrarán en la Plaza 5 de Mayo para pedirle al Ejecutivo que retire las
reformas y convoque una asamblea constituyente originaria.
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Las reformas constitucionales propuestas por el gobierno dan
tristeza. El objetivo pretende transferir formalmente todo el poder a un sector
minoritario de panameños. Las constituciones suelen recoger los intereses de
los sectores más poderosos. Para ello las grandes corporaciones, los oligarcas
o militares buscan las mentes más claras y las plumas más distinguidas para
plasmar ese propósito en una carta magna. Sin embargo, en esta ocasión los
autores de las reformas lo hicieron de una manera improvisada y sin tomar en
cuenta el sentido común.
En 1904 los conservadores lograron, tras una serie de maniobras,
en las cuales tuvo una destacada participación la Embajada de EEUU, convocar
una constituyente. Nunca pretendieron sentarse solos. Invitaron a los liberales
y juntos adaptaron la constitución colombiana a sus intereses. Aparentemente,
no tenían el equipo y, mucho menos, el tiempo que exigía Washington para
elaborar un documento que sentara sus anhelos.
En 1946, le tocó a los liberales convocar a la Asamblea
constituyente. No sólo invitaron a los conservadores, también le abrieron las
puertas a los progresistas (socialistas, frentistas y feministas). Se sentaron
a debatir la propuesta de un trío de abogados, elaborada por invitación del
Ejecutivo, considerados los más preparados para la tarea. En sesiones públicas
de la constituyente chocaron los voceros de las diversas ideologías y facciones
partidistas.
En 1972, los militares llamaron a elecciones a nivel de los
corregimientos (división político administrativa más pequeña de la República)
para crear la Asamblea de (505) Representantes que se transformó, a la vez, en
Constituyente. Los autores de la nueva Constitución tuvieron poco trabajo. El
documento fue casi un calco de la Constitución de 1946. Se introdujeron dos
modificaciones sustanciales: Se agregó a los tres órganos de poder, la Fuerza
Pública (Guardia Nacional). Además, un nuevo artículo que con nombre propio le
confería al jefe de la Guardia Nacional, el general Omar Torrijos, todos los
poderes por un período de 6 años (1972-1978).
Quienes redactaron las reformas en 2019 decidieron hacer
cambios sustanciales. No tomaron en cuenta, sin embargo, los elementos
esenciales. En el artículo uno (1) se olvidaron de identificar la entidad que
querían constituir. Dejaron por fuera conceptos que aparecen en las
Constituciones de 1972 y 1946. Pasaron por alto el concepto de ‘nación’,
‘pluricultural’ y ‘multiétnica’. Se olvidaron que Panamá es soberana e
independiente. También se olvidaron de mencionar que el gobierno es ‘unitario,
republicano, democrático, representativo y participativo’. Quizás lo mas notorio
fue que no le dieron un nombre al ente constituido: República de Panamá.
Es legítimo cuestionar qué clase de nación queremos ser.
Igualmente, es pertinente debatir qué tipo de gobierno es el más adecuado.
Incluso, que nombre queremos darle a la entidad pública que estamos creando. En
1903 se pusieron sobre la mesa dos nombres: República de Panamá y República del
Istmo.
¿Qué pasaría por la mente de los concertados en 2019? Le
propusieron al presidente Cortizo un primer artículo incoherente e imposible de
entender. El mandatario en vez de estudiar las reformas lo envió directamente a
la Asamblea donde no fue debatido. Los diputados le agregaron sus ‘camarones’
al proyecto de Constitución reformado.
El resultado fue inmediato: un rechazo a las reformas, al
procedimiento y la exigencia de convocar una Constituyente originaria. Si no se
entiende el primer artículo reformado del proyecto de Constitución, cómo será
el resto.
Artículo 1 (reformado): Son
fines esenciales del Estado promover la vigencia, aplicación y respeto de los
Derechos Humanos de todos los ciudadanos y la comunidad, promover la
prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos,
garantías y deberes consagrados en la Constitución, Tratados y Convenios
Internacionales; garantizar el ejercicio de la consulta libre previa informada;
facilitar la participación en paridad de todas las personas en las decisiones
que las afectan y en la vida económica, política, administrativa, ambiental y
cultural de la nación; defender la independencia nacional, mantener la
integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un
orden justo.
Si comparamos ese artículo con el existente, el contraste es
abismal. Queremos una Constituyente original que se ajuste a las aspiraciones
de justicia y equidad de los panameños, no a los intereses particulares de unos
pocos.
Artículo 1 (actual): La nación
panameña es pluricultural y multiétnica y está organizada en Estado de Derecho,
soberano e independiente cuya denominación es República de Panamá. Su gobierno
es unitario, republicano, democrático, representativo y participativo.
21
de noviembre de 2019.
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