En la primera parte de este artículo de opinión repasamos la
historia de la educación en Panamá. Fue un pantallazo muy rápido del pasado
cuyo objetivo era introducirnos al presente. A su vez, nos sirve para
proyectarnos hacia el futuro. Vivimos en un presente que nos legaron nuestros
padres. Pero sí podemos construir la sociedad que queremos pensando en el
futuro. El actor central puede ser un grupo social, una combinación de grupos o
todos. Muy difícil que sea uno sólo o todos juntos. Más probable es que sea una
alianza entre diferentes grupos que se unen para acometer la tarea de construir
esa sociedad que queremos.
No tenemos la respuesta a la pregunta sobre cómo será esa
sociedad que construiremos. Lo que si podemos afirmar con seguridad es que un
instrumento fundamental en esa construcción es la educación. En nuestra historia
vimos que cualquier proyecto de educación nacional responde a los intereses de
uno o varios grupos sociales. La invasión militar norteamericana de 1989 impuso
sobre el país un modelo económico que lleva el nombre de neoliberal. El modelo
subordina todas las actividades – tanto económicas o culturales – a la lógica
de quienes se creen dueños del país. Los neoliberales la llaman – sin razón -
la ‘lógica del mercado’.
Los neoliberales modificaron las leyes que rigen las
relaciones sociales entre los panameños (desregularon las reglas, privatizaron
las empresas públicas y flexibilizaron las relaciones laborales). En el campo
de la educación, los más radicales propusieron su privatización. Esto era
imposible por el costo financiero que implicaba. En otros países (EEUU, entre
otros) se consideró y se sigue barajando una alternativa educativa ‘público –
privada’. Es decir, el gobierno pone todos los recursos y la empresa privada
los administra. Igualmente, la empresa privada se queda con las ganancias de la
inversión pública.
Este sistema ha sido muy resistido por razones obvias. En
primer lugar, si el administrador no genera una ganancia para el dueño, se
cierra la escuela. Segundo, el sistema no tiene un proyecto ni visión de
futuro. Los empresarios agrupados en sus gremios ven con buenos ojos esta
propuesta porque les anuncia un camino fácil para generar ganancias. El
empresario privilegia su ganancia sobre todo lo demás. Para él es lo correcto.
Pero ¿dónde quedan los estudiantes, la escuela y el futuro del país? Quedan tal
como nos dicen los documentos y estadísticas del gobierno: Jóvenes ‘ni-ni’,
planteles colapsados y un futuro incierto.
Los panameños tenemos los recursos de sobra para levantar un
sistema educativo que nos permita atender las demandas de nuestros niños y
jóvenes. Podemos construir los mejores planteles con todos los adelantos
técnicos. Sólo tenemos que contestar la pregunta ¿para qué?
En la actualidad, existen tres proyectos de reforma
educativa que circulan a puertas cerradas: La primera es la del uno por ciento
de los panameños. Este minúsculo sector propone la iniciativa ‘público
privado’. Otro sector, el 40 por ciento
de los panameños, quieren un sistema que les garantice a sus hijos acceso a la
escalera del ascenso social. Los restantes, casi el 60 por ciento, han sido
rechazados por el sistema y tenemos que reintegrarlos a la escuela.
El sistema educativo tiene que preparar a la juventud para
una vida productiva e innovadora. No podemos discriminar por sexo, etnia, ni
por condición económica. El primer día de clase del niño en kindergarten debe
probar su ingenio para solucionar problemas. La vida es una pista llena de
obstáculos cambiantes, cada vez más difíciles, para los cuales tenemos que
estar preparados. La escuela – primaria, secundaria y superior – tiene que
darnos los instrumentos para iniciar esa vida que nos exigirá permanentemente
seguir escalando. El sistema también tiene que darnos los medios para saber
dirigir, para ser líderes, comenzando en la escuela y siguiendo en la vida
productiva. El liderazgo es una cualidad que el sistema educativo tiene que
darle al joven. Se fijan metas y se trasmiten valores: La lectura, la destreza
mental y física, la competencia, la solidaridad.
Hay áreas básicas que difícilmente cambiarán como las
matemáticas y el español. Igualmente, la ciencia y las humanidades. Hay retos
técnicos. Hace cien años era la electricidad, hace medio siglo la revolución
audio visual, hoy estamos en la era digital. Mañana estaremos enfrentado otros
retos. Nuestro sistema educativo tiene que formar a quienes estarán en la
vanguardia de los cambios e innovaciones. Para eso debe servir el sistema
educativo panameño.
25 de julio de 2019.
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