Panamá no
experimenta en la actualidad una crisis migratoria. Panamá siempre ha sido un
país abierto a las migraciones. No porque somos más o menos simpatizantes de
los extranjeros que vienen a buscar trabajo. La razón hay que encontrarla en
factores sociales y económicos. Las inversiones que se hacen en el país tienen
que ser valorizadas por los trabajadores (preferiblemente mano de obra barata).
Los españoles durante la colonia trajeron muchos trabajadores de otras
territorios americanos. En la era colombiana, la construcción del ferrocarril
transístmico y del Canal francés trajeron al país migraciones de Europa, Asia y
América latina, especialmente del Caribe. Igualmente, cuando los
norteamericanos construyeron el Canal (1904-1914) las migraciones fueron enormes.
Esas migraciones
gigantescas provenientes del mundo entero no se volvieron a dar en el siglo XX,
ni cuando se construyó el tercer juego de esclusas en este siglo. Hay una razón
muy sencilla que lo explica. La mano de obra barata que construyó las bases
militares norteamericanas antes y durante la segunda guerra mundial era
nuestra. Eran campesinos desplazados de sus tierras y que buscaron empleo en
las ciudades terminales del Canal. Fueron expulsados de sus tierras por las
grandes corporaciones agroindustriales. La mayoría de los migrantes ‘internos’,
con sus familias, crearon las enromes ‘barriadas brujas’ de las afueras de la
ciudad de Panamá. También se instalaron en la viejas barracas construidas por
los caseros panameños para los trabajadores informales del Canal.
Panamá tiene en la
actualidad 4 millones de habitantes. Cerca de 40 mil son extranjeros. Es decir,
el uno por ciento del total. Según el gobierno, hay menos de mil extranjeros
que han solicitado el status de refugiado. ¿Cuál es la crisis? Esta apariencia
de una crisis también tiene su explicación. Panamá es uno de los países más
ricos de la región. Su tasa de crecimiento económico en los últimos 20 años ha
sido extraordinaria. El llamado producto interno bruto (PIB) se ha multiplicado
varias veces en los últimos 4 lustros. Las agencias de las Naciones Unidas
consideran a Panamá un país moderadamente rico y hemos sido excluidos de los
programas de ayuda creados por esa organización internacional.
La crisis entonces
no está en la población ni en las migraciones. La crisis está en porqué un país
tan rico tiene indicadores sociales tan deplorables. Casi en todos los aspectos
sociales Panamá se encuentra en los puestos más bajos: Educación, salud,
vivienda, empleo y otros. Podemos explicar entonces la crisis migratoria. Es
una crisis fabricada para distraer a la población – especialmente a los sectores
populares que sufren las consecuencias de estas desigualdades – que no
encuentra solución a sus problemas.
Por ejemplo, el
gobierno dice que el alto costo de los productos alimenticios no son el
resultado de las leyes que benefician a las empresas importadoras. Los medios
no desmiente a los funcionarios. En cambio, nos inundan con ‘noticias falsas’
de las migraciones de extranjeros, sus peripecias y las heroicidades de
SENAFRONT. El gobierno también dice que el colapso del sistema educativo no se
debe a su descuido, a la desviación de recursos a otras actividades
innecesarias y la falta de un plan mínimo para invertir nuestros recursos. Otra
vez, distraen la atención del pueblo panameño acusando a los extranjeros de
robarle los puestos de empleo a los trabajadores nuestros.
La falta de empleo
en el país y el hecho que el 50 por ciento (uno de cada dos) trabajadores son
informales no es un problema creado por los inmigrantes (legales e ilegales).
Este es el resultado de las políticas públicas que desalientan la inversión de
nuestras riquezas (Canal, puertos, minas, latifundios) en actividades
productivas como plantas industriales y agroindustriales. No aprovechan el
interés chino en invertir en Panamá y crear lo que llaman un ‘hub’ para toda
América latina. Se crearían oportunidades de empleo y, porqué no, hasta para
los inmigrantes.
En EEUU aplican la
misma táctica tratando de convertir los inmigrantes en la causa de todos los
males que sufren actualmente las familias norteamericanas sin empleo, con una educación
y servicios de salud cada vez peores y sin viviendas. Trump convenció a muchos
que el problema eran los mexicanos. Había que cerrar la frontera, construir una
muralla y criminalizar la inmigración. En Panamá tenemos que poner fin a las
políticas que benefician a unos pocos y poner el país en el camino del
desarrollo integral con una población trabajadora formal y productiva.
3
de octubre de 2019.
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